Bosnia y Herzegovina es un país cautivador en el corazón de los Balcanes, conocido por sus paisajes de montañas escarpadas, valles frondosos y ríos de color turquesa, como el Neretva y el Una. Durante siglos, fue un crisol de culturas y religiones, un lugar donde el Este y el Oeste se encontraban, y donde mezquitas otomanas, iglesias católicas, templos ortodoxos y sinagogas judías compartían el mismo horizonte. Su capital, Sarajevo, fue un ejemplo de esta multiculturalidad y llegó a ser conocida como la "Jerusalén de Europa".

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Sin embargo, su historia reciente está marcada por la devastadora guerra de la década de 1990, que fracturó el país. Hoy, Bosnia y Herzegovina es una nación que se reconstruye con una estructura política compleja, fruto de los Acuerdos de Dayton. A pesar de las cicatrices, su espíritu resiliente es palpable. Lugares como el casco antiguo de Sarajevo, con su barrio turco (Baščaršija), y la ciudad de Mostar, con su icónico puente Stari Most (reconstruido tras la guerra), son testimonios de una herencia cultural riquísima y de la esperanza de un futuro en paz. Es un destino de una belleza sobrecogedora y una profundidad humana que no deja indiferente.

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